viernes, 15 de julio de 2011

¿No a la corrupción? ¿No a la impunidad?

Este volante fue repartido en una movilización en Lima el día de hoy (15-07-11). Esta "protesta" tuvo como nombre "Ni indulto - Ni impunidad". Lo que se pedía era la carcel para ex-presidentes del Perú que fueron responsables de asesinatos concretos en su gobierno. Dejamos el texto como aporte para el debate, esclarecimiento y reflexión dentro de nuestra clase.
¡NO SOMOS ANTISISTEMA, EL SISTEMA ES ANTINOSOTROS!
Compañero/a: No sólo Fujimori o Alan García han asesinado al pueblo trabajador. Éste sistema, el cual impone la dictadura del capital sobre nuestras vidas, nos mata diariamente. No importa quién sea la cabeza visible del gobierno, cualquier político que entre defenderá la legalidad del sistema capitalista. Por más reformas que se haga, éste sistema tiene una base, una raíz, la explotación de las grandes mayorías por parte de un sector minoritario de la población (la burguesía). Las desigualdades son naturales en este sistema, como también el desempleo, la precariedad, la pobreza, la corrupción, la competencia desmedida. Y si protestamos o nos vemos obligados a luchar por abolir éste orden social, podemos esperar desde la cárcel hasta la muerte. Todo vale con tal de reproducir el capital, y esto implica la dominación y explotación de nuestras vidas.
Por eso no sólo rechazamos los regímenes apristas y fujimoristas, sino a todas las formas políticas que defiendan la explotación y dominación. El Estado es el órgano político que defiende violentamente la reproducción del capital y nuestra vida como mercancías que se compran, utilizan y desechan. Este Estado defiende la propiedad privada de los capitalistas, defiende que ellos puedan acumular riquezas incalculables mientras miles de personas mueren diariamente de hambre, frio, enfermedades y demás miserias humanas. El Estado (con cualquier presidente) legaliza que niños y adultos mueran en guerras capitalistas cada día en el mundo; que los desempleados sigan ingeniándoselas para sobrevivir, que los trabajadores sigan alienando su tiempo de vida por un pago miserable vendiendo lo único que poseen, su fuerza de trabajo, convirtiéndose así en la única mercancía capaz de añadir valor al valor capitalista existente; en pocas palabras, el Estado permite que sigamos alimentando o contribuyendo a alimentar a la clase capitalista. Por esta razón Cualquier partido político que entre a llevar las riendas del Estado no cambiará esta base social. Podrá hacer reformas populistas, podrá tirarnos migajas y hasta podrá buscar cierta “paz social”; pero nunca podrá borrar las diferencias de clase, nunca podrá acabar con el desempleo, nunca podrá parar y frenar la depredación del capital… sobre nuestras vidas y la naturaleza.
Que no nos metan el cuento de la democracia contra la dictadura. Justamente la democracia y la dictadura son parte del sistema capitalista, sistema que niega nuestra vida, nuestra existencia, sistema que nos vuelve máquinas productoras de mercancías, aisladas unas de otras disfrutando del espectáculo social que pasa por nuestra vida y nos adormece. Como parte de esa gran masa desposeída de instrumentos de vida, obligados a vendernos a los patrones para sobrevivir. Vemos que nuestra única posibilidad es la organización, la solidaridad, la lucha, lucha desde lo cotidiano hasta la revolución social. Y esto, no lo decimos como un grupúsculo con ansias de dirigir o imponer su dogma a nadie, lo decimos como explotados, asalariados, desposeídos, oprimidos y negados de vida real. Las luchas, las huelgas, las protestas a nivel mundial son nuestra forma de decir que estamos vivos, pero eso no es todo queremos ser libres para siempre de las cadenas mentales y materiales que nos impone la vida dentro de este mundo mercantil.
Somos los hombres los que movemos el mundo, somos los hombres los que “avanzamos y retrocedemos” con la sociedad. Pero ¿qué sector, que movimiento, que clase social, que parte del conjunto de la población (que vive en el capitalismo) tiene intenciones y puede (por su realidad objetiva) abolir esta sociedad mercantil? No podemos esperanzarnos en los políticos de derecha o izquierda que se encuentran en el Estado, ya sabemos que este es un órgano del sistema, tampoco en la misma clase capitalista que tiene como fin reproducir el capital a costa nuestra. Sólo nosotros, los proletarios podemos cambiar el mundo de base.
¿Quiénes son los proletarios? Somos todos aquellos que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, en una relación desigual, a cambio de un salario para poder sobrevivir, salario que debe asegurarnos el descanso y la reposición de energía para poder volver a trabajar al otro día: la comida, el techo y la vestimenta. Pero también, y no es un dato menor, la posibilidad de engendrar descendencia, vástagos que se convertirán tarde o temprano en una nueva generación de proletarios que trabajen a cambio de que se les arrebate su esfuerzo día a día, en una rueda sin fin. Nos reconocemos como proletarios porque esa es nuestra condición concreta dentro de esta sociedad. El concepto “proletario” no se refiere a ninguna ocupación específica en la economía de mercado, sino al modo de existencia de los que no tienen ningún poder de decisión sobre su propia vida, porque están privados de los instrumentos materiales para producirla. Este despojo vital no lo sufren únicamente los obreros de fábrica, sino todos los que deben vender su fuerza de trabajo para subsistir, sin importar cuánto se les pague. Pero justamente esta condición, esta función social en este mundo burgués, nos empuja a luchar, a la huelga, al paro, a la movilización, a la protesta, a la organización, a la unión y la ataque contra este sistema.
¡Al ataque!, no se trata de cambiar un gobierno, una política, una mejora económica, se trata de cambiar nuestras vidas, las relaciones entre los hombres, cambiar la manera de vivir y de existir, la revolución no es por “tener” más migajas sino para “ser” libres de decidir sobre nuestras vidas. Hay mucho qué discutir, mucho por hacer. El camino para liberarnos de las cadenas impuestas, por  este sistema burgués, sólo podrán ser destruidas con nuestra lucha, con nuestra unidad, fuera de siglas, fuera de etiquetas. Sólo podemos confiar en nosotros mismos, la transformación social no podrá venir desde arriba, desde los que tienen el poder en sus manos, el poder de imponernos un mundo que no nos pertenece, pero que se alimenta de nuestras vidas.
Escríbannos para intercambiar información, accionar juntos, trabajar no para ganar más simpatizantes o votos, sino para organizar nuestra liberación. Como organización, nosotros no tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y partidos que dicen representar “al pueblo”, a “los trabajadores”, "al proletariado" y que pretenden gobernarlos y dirigirlos. Somos proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada más.

¡Proletarios de todos los países, unámonos!
Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Julio 2011
 

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