jueves, 21 de julio de 2011

Algunos aportes sobre las luchas masivas en España (Mayo - Junio 2011)

REFLEXIONES EN MEDIO DE EXPLOSIONES
(Sobre las luchas masivas en España)

Para salvar la economía “española” el Estado de dicho territorio, defensor del sistema capitalista, no ha tenido otra opción que obligar al conjunto del proletariado[1] (y demás sectores oprimidos económica y políticamente) a pagar la crisis. El poder político se ha roto la cabeza buscando la forma de exprimirle hasta la última gota de “sangre, sudor y lágrimas” a la clase trabajadora. El sistema exige dosis cada vez más grandes de vida proletaria; de esta manera no ha quedado más remedio que imponer leyes que resguarden la existencia de la burguesía y su sistema capitalista de producción golpeando única y exclusivamente la existencia de los asalariados ¿De qué forma? Despidos masivos en el sector público y privado, recortes salariales, recorte y baja del salario mínimo, recortes en el presupuesto de la educación pública, recortes en el seguro de salud, eliminación de algunos presupuestos para solventar “apoyos sociales”, alza general del costo de vida, etc.
Las leyes para salvar de la banca rota al Estado español (llamadas medidas de Austeridad o Leyes de Austeridad) han golpeado al conjunto de nuestra clase. Con esto el sistema capitalista demuestra su naturaleza inhumana y destructora. La abundancia mercantil, creada por el gran desarrollo de la industria y la tecnología, no sirve para el conjunto de la población mundial. Vivimos en la sociedad de la abundancia, pero las relaciones sociales establecidas por el capital no permiten una vida en comunidad; por el contrario hay una división, separación, sectorización, atomización entre los humanos y su actividad creadora. La vida misma sólo sirve para reproducir el capital, para mantener el orden de cosas existentes.
En España, éstas mismas condiciones de explotación extrema, de condición de precariedad, ha empujado a que los miles de trabajadores, de proletarios, de asalariados, dejen atrás su miedo, su silencio, su apatía, su inercia, su sometimiento… el odio e indignación al sistema se convirtió en organización, en manifestación, en protesta, en solidaridad, en desobediencia, en vida “real” y existencia propia, en presente y futuro.
Desde que las Medidas de Austeridad fueron aprobadas en España (primeros meses de este 2011), miles de trabajadores han salido a las calles a protestar. Éstas medidas han sido impuestas y aprobadas unas tras otras, han aprobado paquetes tras paquetes. Las primeras muestra de inconformidad y de indignación se han dado desde principios de año. Paros, huelgas, movilizaciones, etc. Estas primeras manifestaciones se han dado dentro del marco legal y lógico del sistema capitalista, reclamos a la defensoría, petitorios a los Partidos de Izquierda en el poder estatal, marchas sindicales, etc. Lógicamente el Estado respondió con violencia, con represión e ignorando cualquier reclamo contra sus leyes. El conjunto de los explotados pudo comprobar que es imposible buscar un cambio que venga desde el mismo sistema y que las soluciones y aperturas que el capital plantea no cambiarán su situación de precariedad y miseria.
Muchos trabajadores no han querido protestar contra éste sistema dentro de un órgano burgués (muchos inconscientemente), han roto con partidos de izquierda y derecha, han roto con el encuadramiento sindical, se han negado a escuchar y entrar al juego electoral. La repuesta que tuvo mayor relevancia, por la cantidad de proletarios en las calles, por la cantidad de espacios “públicos” ocupados (plazas, colegios, ayuntamientos, universidades, etc.) y por las posiciones de clase que se defendían y reivindicaban(¡el sistema es anti-nosotros!, ¡que la crisis la paguen los capitalistas!, ¡no tenemos futuros bajo este mundo!, ¡la revolución es posible!, ¡las elecciones no solucionan nada!, ¡nuestra lucha será desarrollada por nosotros mismos!, ¡se perdido el miedo!, ¡el futuro está fuera del capitalismo!) se realizó el 15 de Mayo (días antes de las elecciones municipalidad españolas).
Las protestas anteriores a las del 15-05 han tenido bastante significado para el conjunto de los explotados, ayudándolos a reconocer que los obreros, enfermeros, profesores, estudiantes, choferes, albañiles, oficinistas, amas de casa, operarios, técnicos, panaderos, empleados, etc., son parte de un mismo sector social que es golpeado por el sistema y su Estado. Estas protestas han ayudado a ver al Estado y su política como parte del capital, que defiende el orden burgués y la vida en precariedad. Han ayudado a nuestros hermanos de clase en España, a dejar de buscar la salida a su vida como mercancía en las izquierdas, en los sindicatos, en la política oficial. Justamente toda ésta experiencia empujó a que se coincida el 15 de Mayo en una protesta masiva en toda España, que duró más de una semana ininterrumpida… más de una semana movilizados en las calles.
De toda esta experiencia podemos sacar las siguientes (valiosísimas) lecciones:
Aspectos positivos:
- Las asambleas. Nuestros hermanos de clase nos mostraron que las asambleas son un órgano natural del proletariado organizado fuera de las estructuras burguesas. Dentro de las asambleas ha habido debates permanentes, un ambiente de solidaridad, de confianza, todos los miembros podían expresarte libremente sobre su vida, su futuro y han podido escuchar a otros hermanos de clase con las mismas preocupaciones es una experiencia que quedará grabada y rebrotará en próximas luchas. El capitalismo niega las relaciones humanas, nos niega como seres humanos y nos impone la única relación posible y necesaria para la su existencia, las relaciones mercantiles – entre mercancías. Qué importante para el desarrollo de la lucha proletaria y de la revolución mundial del mañana ha sido la creación de asambleas. En los diferentes lugares de España donde el capital vive, imponiendo su lógica y dinámica social, los proletarios han podido reunirse y organizarse autónomamente. Las asambleas han sido un órgano de la clase para imponer sus reivindicaciones contra las del capital y su Estado. “Es verdad que muchas formulaciones son muy pobres, pero detrás están las necesidades de una clase, el impulso por imponer los intereses humanos al capital, es decir la lucha que acabará tarde o temprano con todas las condiciones existentes. También es verdad que en algunos casos las formulaciones son algo más claras (impedir que desalojen de sus viviendas a los que no pueden pagarlas; buscar mecanismos para que los parados dispongan alimentos y viviendas, entre los cuales han salido al tapete organizar expropiaciones a supermercados y ocupaciones de viviendas vacías; llevar las estructuras a los centros de trabajo, a los centros de educación...) Aquí está nuestra fuerza, la fuerza de nuestra clase, y si se impone asistiremos al regreso del asociacionismo proletario masivo tras tantos años de aislamiento e individualismo.”[2] En estos órganos se han podido conocer las diferentes propuestas y visiones para enfrentar la vida en precariedad que intenta imponer el sistema. Ha habido participaciones activas del conjunto de asalariados. Las asambleas no son órganos muertos al servicio del capital como los sindicatos sino órganos vivos de una clase que tiene el poder de cambiar el mundo de base. Se llegó muchas veces a plantear ¡Todo el poder a las asambleas!

viernes, 15 de julio de 2011

¿No a la corrupción? ¿No a la impunidad?

Este volante fue repartido en una movilización en Lima el día de hoy (15-07-11). Esta "protesta" tuvo como nombre "Ni indulto - Ni impunidad". Lo que se pedía era la carcel para ex-presidentes del Perú que fueron responsables de asesinatos concretos en su gobierno. Dejamos el texto como aporte para el debate, esclarecimiento y reflexión dentro de nuestra clase.
¡NO SOMOS ANTISISTEMA, EL SISTEMA ES ANTINOSOTROS!
Compañero/a: No sólo Fujimori o Alan García han asesinado al pueblo trabajador. Éste sistema, el cual impone la dictadura del capital sobre nuestras vidas, nos mata diariamente. No importa quién sea la cabeza visible del gobierno, cualquier político que entre defenderá la legalidad del sistema capitalista. Por más reformas que se haga, éste sistema tiene una base, una raíz, la explotación de las grandes mayorías por parte de un sector minoritario de la población (la burguesía). Las desigualdades son naturales en este sistema, como también el desempleo, la precariedad, la pobreza, la corrupción, la competencia desmedida. Y si protestamos o nos vemos obligados a luchar por abolir éste orden social, podemos esperar desde la cárcel hasta la muerte. Todo vale con tal de reproducir el capital, y esto implica la dominación y explotación de nuestras vidas.
Por eso no sólo rechazamos los regímenes apristas y fujimoristas, sino a todas las formas políticas que defiendan la explotación y dominación. El Estado es el órgano político que defiende violentamente la reproducción del capital y nuestra vida como mercancías que se compran, utilizan y desechan. Este Estado defiende la propiedad privada de los capitalistas, defiende que ellos puedan acumular riquezas incalculables mientras miles de personas mueren diariamente de hambre, frio, enfermedades y demás miserias humanas. El Estado (con cualquier presidente) legaliza que niños y adultos mueran en guerras capitalistas cada día en el mundo; que los desempleados sigan ingeniándoselas para sobrevivir, que los trabajadores sigan alienando su tiempo de vida por un pago miserable vendiendo lo único que poseen, su fuerza de trabajo, convirtiéndose así en la única mercancía capaz de añadir valor al valor capitalista existente; en pocas palabras, el Estado permite que sigamos alimentando o contribuyendo a alimentar a la clase capitalista. Por esta razón Cualquier partido político que entre a llevar las riendas del Estado no cambiará esta base social. Podrá hacer reformas populistas, podrá tirarnos migajas y hasta podrá buscar cierta “paz social”; pero nunca podrá borrar las diferencias de clase, nunca podrá acabar con el desempleo, nunca podrá parar y frenar la depredación del capital… sobre nuestras vidas y la naturaleza.
Que no nos metan el cuento de la democracia contra la dictadura. Justamente la democracia y la dictadura son parte del sistema capitalista, sistema que niega nuestra vida, nuestra existencia, sistema que nos vuelve máquinas productoras de mercancías, aisladas unas de otras disfrutando del espectáculo social que pasa por nuestra vida y nos adormece. Como parte de esa gran masa desposeída de instrumentos de vida, obligados a vendernos a los patrones para sobrevivir. Vemos que nuestra única posibilidad es la organización, la solidaridad, la lucha, lucha desde lo cotidiano hasta la revolución social. Y esto, no lo decimos como un grupúsculo con ansias de dirigir o imponer su dogma a nadie, lo decimos como explotados, asalariados, desposeídos, oprimidos y negados de vida real. Las luchas, las huelgas, las protestas a nivel mundial son nuestra forma de decir que estamos vivos, pero eso no es todo queremos ser libres para siempre de las cadenas mentales y materiales que nos impone la vida dentro de este mundo mercantil.
Somos los hombres los que movemos el mundo, somos los hombres los que “avanzamos y retrocedemos” con la sociedad. Pero ¿qué sector, que movimiento, que clase social, que parte del conjunto de la población (que vive en el capitalismo) tiene intenciones y puede (por su realidad objetiva) abolir esta sociedad mercantil? No podemos esperanzarnos en los políticos de derecha o izquierda que se encuentran en el Estado, ya sabemos que este es un órgano del sistema, tampoco en la misma clase capitalista que tiene como fin reproducir el capital a costa nuestra. Sólo nosotros, los proletarios podemos cambiar el mundo de base.
¿Quiénes son los proletarios? Somos todos aquellos que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, en una relación desigual, a cambio de un salario para poder sobrevivir, salario que debe asegurarnos el descanso y la reposición de energía para poder volver a trabajar al otro día: la comida, el techo y la vestimenta. Pero también, y no es un dato menor, la posibilidad de engendrar descendencia, vástagos que se convertirán tarde o temprano en una nueva generación de proletarios que trabajen a cambio de que se les arrebate su esfuerzo día a día, en una rueda sin fin. Nos reconocemos como proletarios porque esa es nuestra condición concreta dentro de esta sociedad. El concepto “proletario” no se refiere a ninguna ocupación específica en la economía de mercado, sino al modo de existencia de los que no tienen ningún poder de decisión sobre su propia vida, porque están privados de los instrumentos materiales para producirla. Este despojo vital no lo sufren únicamente los obreros de fábrica, sino todos los que deben vender su fuerza de trabajo para subsistir, sin importar cuánto se les pague. Pero justamente esta condición, esta función social en este mundo burgués, nos empuja a luchar, a la huelga, al paro, a la movilización, a la protesta, a la organización, a la unión y la ataque contra este sistema.
¡Al ataque!, no se trata de cambiar un gobierno, una política, una mejora económica, se trata de cambiar nuestras vidas, las relaciones entre los hombres, cambiar la manera de vivir y de existir, la revolución no es por “tener” más migajas sino para “ser” libres de decidir sobre nuestras vidas. Hay mucho qué discutir, mucho por hacer. El camino para liberarnos de las cadenas impuestas, por  este sistema burgués, sólo podrán ser destruidas con nuestra lucha, con nuestra unidad, fuera de siglas, fuera de etiquetas. Sólo podemos confiar en nosotros mismos, la transformación social no podrá venir desde arriba, desde los que tienen el poder en sus manos, el poder de imponernos un mundo que no nos pertenece, pero que se alimenta de nuestras vidas.
Escríbannos para intercambiar información, accionar juntos, trabajar no para ganar más simpatizantes o votos, sino para organizar nuestra liberación. Como organización, nosotros no tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y partidos que dicen representar “al pueblo”, a “los trabajadores”, "al proletariado" y que pretenden gobernarlos y dirigirlos. Somos proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada más.

¡Proletarios de todos los países, unámonos!
Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Julio 2011
 

jueves, 14 de julio de 2011

Sobre los proletarios que estudian.

¡LUCHEMOS COMO LO QUE SOMOS!
Compañero/a: vivimos en una sociedad que está determinada por la permanencia y existencia del capital y la propiedad privada, nuestra vida gira en torno a ello, a comprar y vender, a producir y consumir, a buscar (como dé lugar) el dinero. Sin dinero no vales, no eres nada, y para conseguirlo vas a tener que vender tu fuerza e inteligencia durante 8, 9 o 10 horas a un burgués. Los escolares, los estudiantes o en general los sectores que no están trabajando para otros, ni siendo “directamente explotados” tienden a creer que no pertenecen a ninguna clase social. Hasta muchas veces escuchamos decir que “los estudiantes somos pequeños burgueses”, pero es necesario que comprendamos realmente cual es nuestra situación, nuestra condición social, veamos bien qué papel jugamos (o jugaremos) en esta sociedad mercantil.
No será que si salimos a las calles, luchando por obtener un futuro estable, una “educación” de mejor calidad, “más oportunidades”, etc., es porque justamente la vida que llevamos no nos asegura nada. No será entonces que pertenecemos a la clase proletaria. ¿Pero quiénes son los proletarios?, ¿los obreros?, ¿los pobres?, ¿los que viven en barriadas o “invasiones”?. Los proletarios somos todos quienes no contamos con una propiedad o negocio del cual obtener dinero y por lo tanto tenemos que vender nuestro tiempo y energía a un jefe o patrón. En definitiva, nos vemos forzados a trabajar, y nuestro trabajo es la base de esta sociedad. No somos una simple categoría social, somos una maldita realidad. El trabajo y la sociedad que se desarrolla en torno a él nos alienan y hacen miserable nuestras vidas. Vivimos para ‘ganarnos la vida’ y la vida que ‘ganamos’ la derrochamos en la lucha diaria por sobrevivir sin satisfacer nuestros verdaderos deseos y sus necesidades planificado por los economistas y el Estado. Asumirnos como proletarios no tiene nada que ver con esos ridículos esfuerzos por “construir identidad”. Nadie elige ser proletario. Uno nace proletario como se nace siendo esclavo, o bien es proletarizado por las fuerzas ciegas de la economía; y en ambos casos no hay nada de qué enorgullecerse. Y justamente esta condición de desposeído, de creador mundial de la “riqueza social” nos empuja a la lucha, a la protesta; a la transformación de este mundo.
Todo lo que socialmente se designa por educación y cultura está destinado a producir trabajadores con conciencia de ciudadanos, proletarios con ideología de “hombres libres”, productores con la ideología de “consumidores”. A los hijos de proletarios que van a la escuela primaria, secundaria y/o universitaria se les oculta que son parte de una clase reproduciéndose como esclava. Al mismo tiempo y paralelamente, se les va imponiendo, desde el jardín o los primeros años de escuela, elementos indispensables para aceptar luego la disciplina de la oficina, la fábrica o el supermercado: disciplina y orden escolar, horario de trabajo, recreación como corta suspensión entre dos tiempos de trabajo, volver a la casa para reproducir sus energías para soportar más escuela y luego más trabajo.
Al final como estudiantes, como parte de la clase proletaria, estamos obligados a repetir la frase que nos impone el sistema: “estudio para poder trabajar en lo que quiera”. Como si fuera posible elegir un trabajo fuera de la lógica del sistema capitalista. Toda la actividad impuesta llamada trabajo, ya sea de los proletarios que han podido estudiar o de los que no, está reducida a la reproducción de este sistema. Estamos obligados a vendernos a los patrones, dejar nuestras energías, alegrías, vida en las mercancías, en el dinero que acumulan los burgueses a costa nuestra.
Debemos rompen la mistificación que se hace entonces del “Movimiento Estudiantil” como si los estudiantes tuvieran un movimiento propio, como si ello tuvieran interés propios que los alejan, sectorizan y dividen de sus hermanos de clase. Escuchamos decir “los estudiantes quieren tal cosa o reclaman tal otra”… ¡Como si pudiesen tener intereses propios de estudiantes y nada más! Todas las ideologías sobre la originalidad del “movimiento estudiantil” expresan los intereses de la clase dominante, su deseo de que exista entre ella y “el proletariado” una categoría sin clases que sirva de amortiguador, de colchón social. ¡Como si en una época de esta vida los seres humanos pudieran reproducirse sin pertenecer a ninguna de las clases! ¡Como si por el hecho de ir a la universidad se diluyera la pertenencia a una clase social!
Como estudiantes universitarios, indefectiblemente nos convertiremos en los esclavos de categoría del sistema; nuestros estudios nos habrán otorgado la posibilidad de acceder a trabajos que se le niegan al resto. Sin embargo, nuestro accionar como profesionales conlleva indefectiblemente el sometimiento cada vez mayor del resto de la población. Los ingenieros aumentaran el índice de producción por persona, reduciendo la cantidad de gente necesaria para los trabajos, aumentando así la desocupación y las ganancias del capital. Los médicos alargarán la vida de los trabajadores, haciendo más barata la mano de obra. Los profesores formarán nuevos trabajadores calificados, los psicólogos les harán soportable esta vida de sometimiento, los periodistas les dirán que la mejor manera de pensar es la de los poderosos, los filósofos les explicaran sus miserias. Cada uno de ellos gastará su sueldo en comprar cosas que implican la explotación de otros, y así circularmente.
Reconocernos como proletarios implica luchar como tales. Reconocer la explotación en nuestras vidas, en vez de pensar que los explotados viven en algún otro barrio más pobre que el de uno, no pasa por una cuestión de egoísmo o altruismo, sino que es necesario para poder construir con cualquier otra persona, la organización que nos permita luchar por nuestra libertad, no desde la superioridad del profesional, sino desde la humildad del simple humano.
No luchamos como estudiantes (a pesar de que muchos vamos al colegio o la universidad) luchamos como parte del proletariado. Nuestro fin no es ganar un poco más, no luchamos por más dinero, por cambiar a algún político o por reformar las políticas estatales, nuestra lucha es por abolir la relación social de explotación y dominación que nos impone el mundo del dinero y las mercancías. No negamos las reivindicaciones que expresa y defienden nuestra clase para no morir. Luchar para que no te bajen el salario o para trabajar menos horas sirve para recuperar lo que nos roban todos los días y  para comprendernos como una unidad con intereses antagónicos a los de este sistema. Hay mucho qué discutir, mucho por hacer. El camino para liberarnos de las cadenas impuestas, por  este sistema burgués, sólo podrán ser destruidas con nuestra lucha, con nuestra unidad, fuera de siglas, fuera de etiquetas. Sólo podemos confiar en nosotros mismos, la transformación social no podrá venir desde arriba, desde lo que tienen el poder en sus manos, el poder de imponernos un mundo que no nos pertenece, pero que se alimenta de nuestras vidas.
Escríbannos para intercambiar información, accionar juntos, trabajar no para ganar más simpatizantes o votos, sino para organizar nuestra liberación. Como organización, nosotros no tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y partidos que dicen representar  “al pueblo”, a “los trabajadores”, "al proletariado" y que pretenden gobernarlos y dirigirlos. Somos proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada más.

¡Proletarios de todos los países, unámonos!
Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Julio 2011

martes, 5 de julio de 2011

Debate sobre los "Principios Políticos Revolucionarios del Proletariado" entre Proletarios Salvajes (Quito) y GEC (Lima).

Luego de algún tiempo volvemos a presentar un documento en este espacio de difusión. Pierdan cuidado compañeros y hermanos de clase, nuestra militancia sigue bombeando nuestro corazón y puños, aunque en estas últimas semanas se nos ha hecho muy difícil subir algún texto a este blog. En todo caso aquí publicamos un texto crítico al llamamiento que hicimos hace poco al conjunto de revolucionarios a nivel mundial, lo pueden encontrar en este mismo blog, aquí le dejamos el enlace en todo caso http://esclarecimientocomunista.blogspot.com/2011/05/proletarios-de-todos-los-paises.html Ahora bien, el documento que publicamos a continuación ha sido redactado por un Núcleo de Proletarios que residen en el Ecuador (Proletarios Salvajes), son compañeros con los que hemos mantenido (y seguimos manteniendo) debates, comunicación, interncambio de información y demás acciones necesarias en esta guerra contra el capital y su Estado burgués. Estamos muy entusiasmados por el aporte que los compañeros hacen a los “principios políticos” que hemos redactado. Estos compañeros son prueba fehaciente de la maduración que nuestra clase va teniendo. En realidad no hay mucho más que podamos decir, sólo que tanto ellos como nosotros somos parte del movimiento real que lucha por abolir el orden burgués establecido y esto no sólo es un querer nuestro sino una necesidad, material, histórica y posible. Una misma lucha, un mismo combate contra la bestia capitalista. Aquí el documento de los compas:

GEC - 7 de julio. 2011
P.D. Lo que está en negrito es nuestro.
***

COMENTARIOS CRÍTICOS
A “PRINCIPIOS POLITICOS REVOLUCIONARIOS DEL PROLETARIADO” DEL GEC

(NdR: Para facilitar su lectura y evitar confusiones, el texto del GEC lo pondremos a continuación en letra color negro, cursiva y negrita, mientras que nuestros comentarios críticos irán en letra color rojoscuro, sin cursiva y sin negrita).

En primer lugar, estamos de acuerdo en que las minorías revolucionarias deben superar el espíritu de secta y adoptar el espíritu de clase; que deben trabajar con solidaridad y unidad de clase; y, que esto tiene por base material las necesidades concretas del movimiento de lucha emergente de nuestra clase, pero también una plataforma común de principios o la afinidad programática. En pocas palabras, estamos de acuerdo en que la centralización es una necesidad de la lucha proletaria y en que no existe unidad revolucionaria sin principios revolucionarios.

Ahora bien, nuestra crítica compañera y revolucionaria a su “borrador” empieza por el principio, por el nombre mismo que le han puesto. Como se podrá constatar luego, no se trata de criticar solo una palabra (en este caso, “políticos”), sino un concepto, esto es la concepción o significación (de clase) que existe detrás de tal palabra, lo cual no solo es algo teórico sino histórico-práctico.

Los principios revolucionarios del proletariado no son abstractos ni son políticos. No son abstractos porque no son objetos ideales o creaciones puramente intelectuales de un individuo o un grupo de “iluminados”. Son, por el contrario, expresiones o síntesis teóricas de las determinaciones prácticas del antagonismo histórico y mundial entre proletariado y burguesía, entre revolución y contrarrevolución, entre comunismo y capitalismo. Es la lucha histórica y mundial de nuestra clase, sobre todo en las grandes oleadas revolucionarias internacionales donde ha actuado como fuerza histórica revolucionaria o como Partido, la que ha producido el programa comunista, no viceversa. Pero, a la vez, la actividad teórica de los proletarios-comunistas, cuyo eje es la restauración programática y el balance histórico de las luchas proletarias, es parte sustancial de la praxis revolucionaria, puesto que de esa manera se extrae lecciones de las derrotas históricas de nuestra clase para convertirlas en acción -o intervención- revolucionaria en las luchas del presente y del futuro. El programa comunista es un arma teórico-práctica para nuestra clase proletaria, pues sin proyecto revolucionario no hay revolución.

Y no son políticos (ojo) porque la política es la esfera separada y alienada del poder en la sociedad capitalista. De hecho, el capitalismo se basa en la alienación, separación, explotación y dominación de la praxis humana unitaria o total. Es decir, este sistema consuma la fragmentación de la sociedad en “esferas”, y de los humanos en “roles”, mediante la institución de la división del trabajo, de la “especialización” (y los “especialistas”). Así, mientras la economía es la esfera separada y alienada de la producción material de las condiciones de vida (y la que domina o “sobredetermina” a las demás, lo que se conoce como alienación economicista), la política es la esfera separada y alienada de la decisión sobre la vida, del poder.

En el capitalismo, ésta última se cristaliza y adquiere su máxima expresión en el Estado (en tanto capitalista colectivo y monopolio de la violencia y la decisión, es decir en tanto que Mafia), pero también en partidos y sindicatos tanto de derecha como de izquierda. Se condensa, pues, en mediadores o intermediarios de las necesidades y de las luchas, porque de esta manera bloquea la autonomía proletaria (médula de la revolución social proletaria) y, en última instancia, porque así mantiene la explotación/dominación capitalistas.
En este punto no está de más señalar que a la subideología que cree y pretende hacer la revolución desde la política o mediante la política, y por ende mediante los partidos y el Estado, se le conoce como politicismo, y es una derivación ideológica de la socialdemocracia, puesto que no pretende –ni comprende- la abolición total, radical e histórica del capitalismo, sino la modificación de éste mediante la política, por lo tanto, mediante el Estado y, lo que es peor, mediante la administración del Estado.

De allí que el comunismo no es un movimiento político ni a-político. Es un movimiento social anti-político, de crítica y abolición/superación de la política en tanto esfera separada y alienada del poder de y sobre la vida (así como también es antieconómico, en tanto realiza la crítica y la abolición de la economía como esfera separada y alienada/alienante).

De allí también que el movimiento comunista no pretenda crear mediante la “política revolucionaria” una “economía comunista”, un “plan económico social” o un “régimen económico comunal” ni nada que se le parezca (grave error que se puede observar en el programa de la cci y de otras minorías), sino criticar y abolir la economía y la política, el trabajo y el Estado, el sindicato y el partido, y toda forma de alienación, separación, explotación y opresión en general.

De donde se desprende además que el proletariado constituido en “Partido histórico” (Marx) y revolucionario no es un partido político, así como no es política –sino social- su dictadura revolucionaria.

En el fondo, esto es así porque el comunismo es la reconciliación de la humanidad consigo misma (y con la naturaleza o el cosmos) aboliendo las clases y los fetiches; es la reunificación y desalienación de todas y cada una de las actividades humanas, de la totalidad de las relaciones, de la praxis y del hombre. La revolución comunista se hace para reapropiarnos y disfrutar de nuestra vida, de sus condiciones, sus actividades y sus frutos, en toda su multidimensionalidad o totalidad… Para que la humanidad vuelva a ser humanidad.

(Es por ello que no se puede pensar y actuar en pos del comunismo bajo los mismos parámetros del capitalismo –economía, política, ideología, o trabajo, Estado, etc.-. El comunismo no es un capitalismo mejor administrado o sin los peores males del capitalismo (¡bazofia socialdemócrata contrarrevolucionaria!). Tampoco es “un nuevo modo de producción” con un “nuevo Estado” (¡otra bazofia socialdemócrata!). El comunismo es la negación, irrupción, ruptura, abolición y superación del capitalismo. El comunismo no solo es una forma histórico-social superior al capitalismo, sino una forma de Ser (de humanidad) profunda, radicalmente distinta y opuesta. Es otro Ser y, por tanto, otro paradigma; un saber otro y antagonista. Existe y se mueve bajo otras lógicas, en este caso, es práctica y teóricamente antieconómico y antipolítico, antimercantil y antiestatal; en suma, anticapitalista, antifetichista o antialienación y antiseparación, tanto en la acción como en el pensamiento. Con esto recordamos, de paso, que la categoría revolucionaria central es la totalidad, así como el antagonismo).