martes, 1 de febrero de 2011

Pronunciamiento sobre las luchas en Egipto y el resto del mundo trabajador

EL MISMO CORAZÓN, LA MISMA NECESIDAD DE VIVIR…
¡CAMBIAREMOS EL MUNDO DE BASE!

Los trabajadores del mundo entero son los únicos que pueden acabar con la explotación y opresión social capitalista y absolvernos de la miseria en la que se descompone toda la humanidad. Esto, no es una creación ideológica nuestra, ni una invención profética comunista, sino una realidad histórica, que se rebela contra toda ideología burguesa y se manifiesta con las masivas y combativas luchas proletarias a lo largo y ancho del globo.
El proletariado demuestra una vez más su condición de clase revolucionaria, todo el mundo vibra sorprendido con los últimos acontecimientos en Egipto y los países aledaños. Los burgueses lloran, se reúnen, conspiran, llaman a sus economistas, a sus asesores y profetas, no saben qué hacer con las revueltas y levantamientos de los explotados. Miles y miles de hermanos nuestros se levantan, rompen las cadenas que los sujetan a la maquinaria burguesa y toman su vida en sus manos. No les queda otro camino tampoco, se miran y ven el mismo dolor en sus vidas, la misma lastima por el futuro por sus hijos, la indignación por la injusticia, y lo más importante: ven que solamente ellos pueden cambiar su infame existencia. Las huelgas, las protestas callejeras, la toma de locales, las barricadas, los debates espontáneos, la organización autónoma barrial, los saqueos colectivos, son las estrofas de la poesía llamada revuelta social.
Nunca han tenido nada, nosotros, los que escribimos esto, lo sabemos muy bien, nuestros hermanos han desafiado el toque de queda, los tanques, las tanquetas, las bombas lacrimógenas, los rifles, las balas, a los policías y militares. ¿Miedo a la muerte? Todos los días nos levantamos y existimos para trabajar, enriquecer a otro, hacer lo que nos ordenan y ser echados a la calle cuando nos “gastamos”; el único miedo que podemos tener es al de pasar por este mundo y no saber lo que es vivir de verdad. Este es el motor de la lucha y es también la muestra de que la clase trabajadora despierta, de que las balas no pueden matar la esperanza de un mundo nuevo, y que sólo nosotros podemos emancipar a la humanidad de la esclavitud asalariada.
Los barrios en El Cairo, Suez y Alejandría existen para luchar, el puño levantado es la constante en dichos lugares. Estamos tan distantes de esos barrios geográficamente, pero tan cerca estamos en los intereses que ahí se defienden. Nosotros, un sector de los trabajadores en Perú, somos también parte de esa gran masa desposeída, que vive y siente la misma explotación, la misma miseria, la misma podredumbre de un sistema que se alimenta de nuestra vida, de nuestros hijos, de su inocencia, de nuestras padres, de su cansancio, de nuestros hermanos, de su juventud, de nuestras risas, alegrías y sueños. Pero también somos parte de la esperanza, de un poder que surge, de un puño que se levanta y golpea, aun a tientas, pero cada vez más cerca del objetivo, Francia, Gran Bretaña, Italia, Grecia, Túnez, Argelia, China, Bangladesh y ahora Egipto, son parte de un gigante que comienza a despertarse, de un gigante que comienza a recordar sus antiguas batallas contra el demonio antropófago llamado Capitalismo, y ve un futuro prometedor.
La clase explotadora, los dueños de todo, los dueños del mundo y los que se han apoderado de nuestra vida, nos quieren hacer pensar que las luchas que estamos desarrollando es por alcanzar la democracia, es por expulsar a algún político corrupto, es por buscar más “libertad” dentro del capitalismo. Nos quieren hacer creer que luchamos sólo por reformar la explotación y la miseria, que luchamos no por acabar con este mundo burgués, por la raíz de nuestros problemas, sino para acomodarlo “un poco mejor”. No les vamos a permitir estos engaños, nosotros desde aquí, denunciamos a estos ideólogos burgueses que vestidos de “nuestros defensores”, estos izquierdistas, nacionalistas, socialdemócratas, nos quieren desviar de nuestra lucha porque quieren dirigirnos, quieren que demos nuestra vida para llevarlos a ellos al poder y seguir continuando con la servidumbre y esclavitud. Sólo los trabajadores, organizados autónomamente, podemos crear un nuevo poder para decidir qué hacer con nuestras vidas y con el mundo que sólo lo movemos o paramos nosotros.
Mientras escribimos esta especie de pronunciamiento, en Egipto se reúnen millones de nuestros hermanos, sin miedo y con el corazón al descubierto, la humanidad toma un respiro, su existencia sólo depende de nuestras futuras luchas. En realidad no sabemos cómo terminará este proceso combativo, esta etapa de la lucha histórica de los explotados contra los explotadores, no sabemos aún si el peso de las ideologías religiosas e izquierdistas habrá calado en nuestros hermanos. Pero lo que sí sabemos es que esto no acabará con una reforma, no acabará con la salida de algún presidente. Cada generación proletaria se nutre de las luchas, toma confianza en sí misma, en el conjunto de lecciones que la clase nos ha dejado. La solidaridad ha estado presente y estará presente en este proceso,  sólo unidos somos fuertes. Termine como termine esta batalla, será un gran avance para nosotros en esta guerra contra el capital.
Nuestra victoria final se acerca cada día, ya no está tan lejana como lo pensábamos, aunque quede un largo camino por recorrer. El ejemplo de Egipto al igual que Grecia y Túnez alimenta el espíritu  revolucionario y señala el camino que debemos seguir; son los chispazos de la gran explosión que será la revolución.
Desde aquí sentimos el ambiente de lucha proletaria en el Cairo, Suez, Alejandría, desde Perú sentimos esa emoción indescriptible de sabernos vivos, de saber que nada fue en vano, que la historia nos respalda, y que el futuro espera ser construido por la humanidad libre de la esclavitud asalariada, libre de las clases sociales, libres de la explotación.
Aunque todavía el camino no sea claro, y nuestros golpes no estén destinados al objetivo concreto, cuanta alegría sentimos al saber que nos liberamos de las viejas ataduras,  que  la clase empieza a reconocer a su verdadero enemigo y como debe ser la forma de enfrentarlo. Las armas de la clase han sido desempolvadas masivamente: El Debate, Las Asambleas, La Huelga, La Reflexión, La Solidaridad, La Confianza en el Futuro, etc.
Terminamos dándoles las gracias de todo corazón a los hermanos trabajadores que están luchando, somos parte suya, nos han llenado de felicidad, han llenado de sangre revolucionaria nuestras venas. Seremos, junto a ustedes, parte de la revolución mundial del mañana
Alerta Proletarios, un nuevo mundo nos espera.
¡Proletarios de todos los países, unámonos!

Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Febrero 2011

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