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jueves, 14 de julio de 2011

Sobre los proletarios que estudian.

¡LUCHEMOS COMO LO QUE SOMOS!
Compañero/a: vivimos en una sociedad que está determinada por la permanencia y existencia del capital y la propiedad privada, nuestra vida gira en torno a ello, a comprar y vender, a producir y consumir, a buscar (como dé lugar) el dinero. Sin dinero no vales, no eres nada, y para conseguirlo vas a tener que vender tu fuerza e inteligencia durante 8, 9 o 10 horas a un burgués. Los escolares, los estudiantes o en general los sectores que no están trabajando para otros, ni siendo “directamente explotados” tienden a creer que no pertenecen a ninguna clase social. Hasta muchas veces escuchamos decir que “los estudiantes somos pequeños burgueses”, pero es necesario que comprendamos realmente cual es nuestra situación, nuestra condición social, veamos bien qué papel jugamos (o jugaremos) en esta sociedad mercantil.
No será que si salimos a las calles, luchando por obtener un futuro estable, una “educación” de mejor calidad, “más oportunidades”, etc., es porque justamente la vida que llevamos no nos asegura nada. No será entonces que pertenecemos a la clase proletaria. ¿Pero quiénes son los proletarios?, ¿los obreros?, ¿los pobres?, ¿los que viven en barriadas o “invasiones”?. Los proletarios somos todos quienes no contamos con una propiedad o negocio del cual obtener dinero y por lo tanto tenemos que vender nuestro tiempo y energía a un jefe o patrón. En definitiva, nos vemos forzados a trabajar, y nuestro trabajo es la base de esta sociedad. No somos una simple categoría social, somos una maldita realidad. El trabajo y la sociedad que se desarrolla en torno a él nos alienan y hacen miserable nuestras vidas. Vivimos para ‘ganarnos la vida’ y la vida que ‘ganamos’ la derrochamos en la lucha diaria por sobrevivir sin satisfacer nuestros verdaderos deseos y sus necesidades planificado por los economistas y el Estado. Asumirnos como proletarios no tiene nada que ver con esos ridículos esfuerzos por “construir identidad”. Nadie elige ser proletario. Uno nace proletario como se nace siendo esclavo, o bien es proletarizado por las fuerzas ciegas de la economía; y en ambos casos no hay nada de qué enorgullecerse. Y justamente esta condición de desposeído, de creador mundial de la “riqueza social” nos empuja a la lucha, a la protesta; a la transformación de este mundo.
Todo lo que socialmente se designa por educación y cultura está destinado a producir trabajadores con conciencia de ciudadanos, proletarios con ideología de “hombres libres”, productores con la ideología de “consumidores”. A los hijos de proletarios que van a la escuela primaria, secundaria y/o universitaria se les oculta que son parte de una clase reproduciéndose como esclava. Al mismo tiempo y paralelamente, se les va imponiendo, desde el jardín o los primeros años de escuela, elementos indispensables para aceptar luego la disciplina de la oficina, la fábrica o el supermercado: disciplina y orden escolar, horario de trabajo, recreación como corta suspensión entre dos tiempos de trabajo, volver a la casa para reproducir sus energías para soportar más escuela y luego más trabajo.
Al final como estudiantes, como parte de la clase proletaria, estamos obligados a repetir la frase que nos impone el sistema: “estudio para poder trabajar en lo que quiera”. Como si fuera posible elegir un trabajo fuera de la lógica del sistema capitalista. Toda la actividad impuesta llamada trabajo, ya sea de los proletarios que han podido estudiar o de los que no, está reducida a la reproducción de este sistema. Estamos obligados a vendernos a los patrones, dejar nuestras energías, alegrías, vida en las mercancías, en el dinero que acumulan los burgueses a costa nuestra.
Debemos rompen la mistificación que se hace entonces del “Movimiento Estudiantil” como si los estudiantes tuvieran un movimiento propio, como si ello tuvieran interés propios que los alejan, sectorizan y dividen de sus hermanos de clase. Escuchamos decir “los estudiantes quieren tal cosa o reclaman tal otra”… ¡Como si pudiesen tener intereses propios de estudiantes y nada más! Todas las ideologías sobre la originalidad del “movimiento estudiantil” expresan los intereses de la clase dominante, su deseo de que exista entre ella y “el proletariado” una categoría sin clases que sirva de amortiguador, de colchón social. ¡Como si en una época de esta vida los seres humanos pudieran reproducirse sin pertenecer a ninguna de las clases! ¡Como si por el hecho de ir a la universidad se diluyera la pertenencia a una clase social!
Como estudiantes universitarios, indefectiblemente nos convertiremos en los esclavos de categoría del sistema; nuestros estudios nos habrán otorgado la posibilidad de acceder a trabajos que se le niegan al resto. Sin embargo, nuestro accionar como profesionales conlleva indefectiblemente el sometimiento cada vez mayor del resto de la población. Los ingenieros aumentaran el índice de producción por persona, reduciendo la cantidad de gente necesaria para los trabajos, aumentando así la desocupación y las ganancias del capital. Los médicos alargarán la vida de los trabajadores, haciendo más barata la mano de obra. Los profesores formarán nuevos trabajadores calificados, los psicólogos les harán soportable esta vida de sometimiento, los periodistas les dirán que la mejor manera de pensar es la de los poderosos, los filósofos les explicaran sus miserias. Cada uno de ellos gastará su sueldo en comprar cosas que implican la explotación de otros, y así circularmente.
Reconocernos como proletarios implica luchar como tales. Reconocer la explotación en nuestras vidas, en vez de pensar que los explotados viven en algún otro barrio más pobre que el de uno, no pasa por una cuestión de egoísmo o altruismo, sino que es necesario para poder construir con cualquier otra persona, la organización que nos permita luchar por nuestra libertad, no desde la superioridad del profesional, sino desde la humildad del simple humano.
No luchamos como estudiantes (a pesar de que muchos vamos al colegio o la universidad) luchamos como parte del proletariado. Nuestro fin no es ganar un poco más, no luchamos por más dinero, por cambiar a algún político o por reformar las políticas estatales, nuestra lucha es por abolir la relación social de explotación y dominación que nos impone el mundo del dinero y las mercancías. No negamos las reivindicaciones que expresa y defienden nuestra clase para no morir. Luchar para que no te bajen el salario o para trabajar menos horas sirve para recuperar lo que nos roban todos los días y  para comprendernos como una unidad con intereses antagónicos a los de este sistema. Hay mucho qué discutir, mucho por hacer. El camino para liberarnos de las cadenas impuestas, por  este sistema burgués, sólo podrán ser destruidas con nuestra lucha, con nuestra unidad, fuera de siglas, fuera de etiquetas. Sólo podemos confiar en nosotros mismos, la transformación social no podrá venir desde arriba, desde lo que tienen el poder en sus manos, el poder de imponernos un mundo que no nos pertenece, pero que se alimenta de nuestras vidas.
Escríbannos para intercambiar información, accionar juntos, trabajar no para ganar más simpatizantes o votos, sino para organizar nuestra liberación. Como organización, nosotros no tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y partidos que dicen representar  “al pueblo”, a “los trabajadores”, "al proletariado" y que pretenden gobernarlos y dirigirlos. Somos proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada más.

¡Proletarios de todos los países, unámonos!
Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Julio 2011

miércoles, 15 de junio de 2011

Posición de clase frente a movilizaciones universitarias


Hace 1 semana aproximadamente explotó, en el departamento de Huancavelica (Perú), una protesta radical de estudiantes universitarios (en unión con sus familiares y amplios sectores del pueblo). La causa del problema es que el Gobierno está apunto de aprobar una ley para crear otra universidad en dicho lugar, pero quitándole la mitad de presupuesto a la actual y única Universidad de Huancavelica (incluido a ello, se quiere utilizar como base para la construcción locales de dicha universidad). Los estudiantes y sus padres dicen que esta medida va en contra de la calidad educativa que defienden. En la actualidad Huancavelica es uno de los departamentos más pobres y muchos proletarios y campesinos (como también sectores burgueses) de la población envían a sus hijos a dicha institución con la esperanza que puedan salir de la miseria en la que se encuentran. Los mismos estudiantes creen esto, y ven en la universidad una forma de estabilidad laborar, de una vida digna, de un futuro prospero dentro de la sociedad capitalista. Nosotros, desde una perspectiva de clase, vemos que los estudiantes, en esta ocasión, no saben como volcar su inconformidad e indignación a la vida miserable que viven y los espera; por eso que aun creen en soluciones reformitas, como las elecciones, como la ilusión de un futuro mejor a través de una mejor educación, etc. Lejos de que esta lucha contribuya a la abolición de la sociedad capitalista que impone la dictadura de las mercancías sobre nuestra vida, refuerza la esperanza en un cambio social humano dentro de esta sociedad humana.
Ahora bien, lejos de creer en los diálogos con el Estado (pero sin romper con él) plantean que la única manera de que los puedan hacer caso es la radicalización de la protesta. Estos días los estudiantes han llegado a Lima, dirigidos por la Federación de Estudiantes del Perú y diversos grupos de izquierda. En Lima han estado teniendo luchas con más de 2000 estudiantes contra la policía, en búsqueda que el Congreso pueda atender su reclamo. Ante estos hechos radicales, que atañen a sectores proletarios de la clase, pero con un clara perspectiva reformista, hemos sacado un pronunciamiento donde buscamos el esclarecimiento del dicho problema social. Este volante ha sido repartido en las movilizaciones producidas en Lima y directamente a los estudiantes acogidos dentro de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima). Situación complicada sin duda, creemos que no tiene futuro de evolucionar hacia una lucha con contenido clasista que apunte no solo a conseguir alguna reivindicación sino a ver al enemigo como sinónimo de capitalismo y su Estado burgués. Pero ante tanto joven proletarizado en la calle, exponiendo su vida por “la esperanza de un futuro mejor” y tanta represión social estatal, no podíamos dejar de decir algunas palabras.

¡Proletarios de todos los países, unámonos!
Grupo de Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Junio 2011

DESBORDANDO LOS LÍMITES ESTUDIANTILISTAS

Estimados compañeros, como parte de esa inmensa clase social, privada de decisión sobre su vida y obligada a venderse como mercancía a los patrones, nos pronunciamos ante su protesta masiva y su llamado al apoyo en la causa que defienden y aseguran ser justa. Aquí les dejamos unas palabras que esperamos puedan servir para reflexionar sobre nuestra condición y función en este mundo mercantil y la perspectiva humana que podemos lograr solo con nuestra lucha y organización.

Para empezar compañeros, es necesario sacarse de la cabeza la idea de que el Estado es el padre del pueblo, el mediador entre las clases y que es posible esperar de él leyes y políticas que nos beneficien. Esto es un claro ejemplo del verdadero ser del Estado, es una maquinaria de violencia que se alimenta de nuestro trabajo, de nuestra vida y de nuestras familias, que sólo existe porque los ricos, la clase dominante, la burguesía, lo necesitan para imponer su dictadura económica en nuestras vidas. Al Estado, como representante de esta sociedad basada en el lucro y la explotación, no le interesa nuestra vida, nuestras comunidades, no le interesa la naturaleza, nuestro futuro, poco le importa el hambre que podamos tener o la precarias viviendas donde nos encontramos. Es que lo que importa es imponer como legal y valido este sistema de la competencia desmedida y la búsqueda suprema de la ganancia y el beneficio de los empresarios a costa de nuestra sangre, nuestro sudor, nuestra juventud, nuestra alegría, nuestra existencia. Qué no tengamos trabajo en el futuro, que veamos a nuestro compañero de aula como nuestra competencia, como nuestro enemigo, es lo de menos; es más, es necesario. Y los defensores del capitalismo lo justifican diciendo que sólo así es la forma en que las sociedades avanzan, progresan y se desarrollan. Tengamos claro entonces que no podemos confiar más en los políticos de izquierda, centro o derecha, no podemos confiar más en un Estado que sólo sirve para imponer la dictadura del dinero en nuestras cabezas y en nuestra existencia, sólo podemos confiar en nuestra organización en nuestra lucha, en nuestra indignación… Estamos cansados de que nos utilicen como máquinas, como tornillos, como engranajes de su sistema, aunque es complicado y difícil entender que sólo podremos lograr un futuro luchando, esperamos que la misma realidad adversa a nosotros nos demuestre que es innegable la necesidad de poner el puño en alto.

¿Dónde está la prosperidad económica? Los defensores del sistema, de todo partido, de todo color, se llenan la boca diciendo que estamos en un auge económico, que el Perú y su pueblo son la envidia de América Latina, que en pocos años seremos una gran potencia económica y nos sobrará el dinero a todos. Pero qué desfachatez con estos sinvergüenzas explotadores, cuando cientos de niños mueren por el frío, por la desnutrición, cuando miles de pobladores “peruanos” viven en viviendas que se caen con un poco de lluvia, cuando miles y miles nunca se han podido atender en un hospital o posta médica, cuando millones no saben lo que es tener tres comidas al día o ir de vacaciones para escapar del trabajo agobiante y explotador al que estamos sometidos. Miremos, pues, por qué salen en esta ocasión a las calles arriesgando su vida y su integridad, miles y miles de trabajadores a lo largo y ancho del Perú… ¿acaso no es porque su vida está siendo amenazada, no es acaso porque no tienen nada más que hacer que protestar, que hacer una huelga, un paro, una movilización para no morir en la pobreza? Aquí debemos dejar sentada una posición, miremos el mundo, la realidad social, desde nuestra perspectiva, basándonos en la realidad tal y como se presenta, fuera de ideologías, de dogmas, de idealismo, sólo de esa manera podemos comprender cuál es el modo y dinámica de existencia de esta sociedad, y lo principal, podremos entender cuál es la raíz y la base de nuestra miseria.

Para terminar, les hacemos el llamamiento a que no se vean como estudiantes, como un sector único, separado de la gran masa explotada y sometida, eso justamente quiere el sistema. Quieren que ustedes acepten que los estudiantes tienen problemas particulares, que las penurias por la que pasan ustedes no tienen nada que ver con los problemas que sus padres o hermanos tienen en el trabajo, con los conflictos sociales en Puno, en Arequipa por parte de la población contra las mineras, quieren que se limiten a ver sólo hasta las paredes que encierran la universidad. Compañeros hay que vernos dentro de una clase social, que está desposeída de medios de vida, que está obligada a ser venderse al patrón para sobrevivir, somos parte de la clase proletaria, somos parte de la gran masa social que está obligada a volverse mercancía y enriquecer a los parásitos burgueses y a su Estado democrático. Si nos vemos de esa manera, si unimos la principal causa de los conflictos, entenderemos que el problema no es un político o un presidente, sino que es el mismo sistema que se basa en la explotación del hombre por el hombre.

Sea como sea, esperamos que no dejen de debatir, que no dejen de sacar lecciones de esta experiencia, no dejen que sus luchas, que nuestras luchas, sean dominadas y dirigidas por grupos políticos que buscan su interés. Confíen en ustedes mismos, en su poder de decisión, mostremos al mundo que nos movemos, que no somos esclavos de nadie y que buscamos una sociedad verdaderamente humana fuera de la dictadura del capital sobre nuestras vidas.



Junio